La Unión del Centro Democrático (UCeDé) nació en Argentina en un contexto de fuerte debate ideológico y necesidad de modernización económica. Fundado en 1982 por Álvaro Alsogaray, ingeniero y economista, el partido fue una respuesta clara y contundente a décadas de estatismo, intervencionismo y dirigismo que habían llevado al país a reiteradas crisis económicas, altos niveles de inflación y creciente empobrecimiento de la población.
Desde sus inicios, la UCeDé se propuso como una alternativa liberal moderna, inspirada en los valores del liberalismo clásico: la defensa de la libertad individual, el respeto irrestricto por la propiedad privada, el gobierno limitado y un sistema económico basado en el libre mercado. A diferencia de otras fuerzas políticas, la UCeDé no apeló al populismo ni a la demagogia. En cambio, ofreció una visión clara, técnica y racional de cómo ordenar la economía y modernizar al Estado para garantizar el desarrollo sostenido y la mejora del bienestar general.
La figura de Álvaro Alsogaray fue central no solo para la creación del partido, sino también para la difusión de ideas liberales en la Argentina democrática postdictadura. Con un discurso claro y coherente, Alsogaray se convirtió en una voz influyente que advertía sobre los peligros del déficit fiscal, la inflación y el exceso de regulaciones. Su famosa frase “hay que pasar el invierno”, aunque malinterpretada por muchos, expresaba una verdad incómoda: los cambios estructurales son necesarios para salir del estancamiento.
En las elecciones presidenciales de 1989, la UCeDé alcanzó un hito histórico al consolidarse como la tercera fuerza política nacional, con más del 10% de los votos. Ese resultado no fue solo electoral, sino también cultural: por primera vez, un partido liberal tenía una base social amplia que compartía su visión de país.
Durante el gobierno de Carlos Menem, la UCeDé tuvo un rol activo y decisivo en la implementación de reformas estructurales clave para la modernización del Estado argentino. La apertura comercial, las privatizaciones de empresas estatales, la desregulación económica y la estabilidad monetaria no fueron iniciativas aisladas, sino parte de una agenda reformista liberal que la UCeDé venía impulsando desde sus inicios.
Ministros y referentes del partido como María Julia Alsogaray en Medio Ambiente y Armando Caro Figueroa en Trabajo contribuyeron a implementar políticas que promovían la eficiencia, la inversión privada y la competitividad. Si bien el proceso de reformas tuvo luces y sombras, es innegable que la influencia de la UCeDé fue determinante para que la Argentina ingresara a una etapa de crecimiento, atracción de capitales y disminución de la inflación.
Con el paso del tiempo, la UCeDé atravesó diferentes etapas, alianzas y transformaciones, pero siempre mantuvo viva la llama del liberalismo democrático. En tiempos donde el discurso político suele caer en extremos, la UCeDé sigue apostando por la racionalidad económica, la libertad de elección, el mérito, el trabajo y el respeto por la ley.
Muchos de los planteos que la UCeDé hacía en los años 80 y 90 —como la necesidad de achicar el gasto público, fomentar el emprendedurismo y reducir impuestos— hoy están más vigentes que nunca. En una Argentina que enfrenta desafíos económicos estructurales, el mensaje liberal vuelve a resonar con fuerza.
Hoy, la UCeDé sigue activa y comprometida con la transformación de la Argentina desde la razón, el equilibrio y la libertad. Nuevos referentes, jóvenes profesionales y dirigentes con vocación cívica están revitalizando al partido, llevando sus ideas a las redes sociales, a universidades, a municipios y a la calle.
En esta nueva etapa, la UCeDé apuesta por ser una fuerza liberal democrática que combine experiencia y renovación, tradición y modernidad. Con propuestas claras, vocación de diálogo y una firme defensa de los valores republicanos, el partido sigue trabajando para construir un país más justo, más libre y con más oportunidades para todos.